27 dic 2017

Como sombra en el agua...

Ya próximos a la llegada del 2018 y como último Post del año, les dejo con este poema de mi padre que me llega muy hondo. Ha sido publicado en su libro "Transparencias Oníricas"


Quedamos en los seres y las cosas

                  I

Como sombra en el agua,
nos quedamos metidos en las cosas,
Nos vemos en las manos  abiertas y dolientes
de la casa paterna;
que en esos muros crece el sentimiento,
igual que en el silencio de los espejos rotos
y en el "furruco" de las gruesas cortinas.

Ya nos hemos quedado
en los goznes gastados de las puertas,
en la lumbre azulosa y sus espigas
que dan tumbo al aroma
del pan que alarga el sueño.

Quedamos en el hosco calendario
que nos golpea todas las mañanas;
en el diván de las perdidas siestas
y en tu bolso cargado de recuerdos.

Quedamos en los libros acotados;
en las oscuras venas de sus páginas
donde navega el pensamiento
en lasfiguras que lo ilustran
y reclaman su anchura de colores.

Quedamos en los vinos ausentes
en la hora de luz que miras , recelosa,
cuando tiembla por irse
para dejar en vilo nuestra cena.

Metidos en las cosas, nos quedamos, amor ;
comidos por la lima de los días
en ese afán de ver las estaciones
arder en la parrilla de los surcos.

Quedamos en la niebla del ingrato quehacer
y en la ruinosa hiedra de los falsos amigos;
en la música antigua que dejamos de oir
y en todos los paisajes que no vemos.
Casi solos, cual hilo en el carrete de la vida,
envolvemos el trompo del vacío...


                     II

Pero la sangre sigue, renovada,
en hijos transfundida.
Hemos sembrado ideas
en la heredad, liviana, del espíritu
y no habrá flor sin besos
ni raíz sin un cuenco de agua fresca
en cada corazón que hemos forjado.

En los hijos nos queda lo que fuimos:
esperanza batida en decepciones,
esfuerzo por salvarse del naufragio
sufrido frente al puerto de la gloria;
más, la gloria está en ellos, me dijiste.

Quedamos en los hijos
como la sal en la ablución marina,
como el añil en el lejano cielo;
quedamos en la luz
que da el color divino de sus ojos
y, así, poco a poco, comprendemos
lo que es la eternidad

          Carmelo Duarte Pérez






Y ahora sí, hasta el próximo Post
                                                    



                                          ¡FELIZ AÑO 2018!



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